martes, 15 de octubre de 2013

En nuestro último encuentro...

Nos juntamos solo cuatro (Herrera, Castillo, Real Macedo y yo), pero la pasamos muy lindo, acompañadas por el vinito de honor traído por el profesor, con ese principal salud por todos los ausentes y un piqueo nutritivo de Castillo que nos dejó encantados, y por supuesto no faltaba la conversación y la música sentados a la mesa recordando y sacando memorias de ese baúl de los recuerdos.

Grande fue la emoción cuando Gustavo sacó de la maletera un ramillete de fotos, algunas eran la continuación de la entrega de diploma en nuestro último año y algunas tan valiosas como el rostro orgulloso de su madre y de nuestra querida maestra Marina.

Un nuevo encuentro nos invita a sellar nuestro lazo de amistad, nuestro compromiso de fraternidad, de saber cuál es nuestro principal acercamiento, valorando así cada momento al lado del uno y del otro. La importancia de saber que todo lo descubierto ha sido del pasado, que lo que conversamos ahora y lo festejamos como grande, como meritorio, porque son vivencias, memorias, secretos, historias reales y regresan para recordarnos lo felices que fuimos cuando éramos niños.

Emotivo todo, una larga noche, tratando de ocupar cada segundo, tratando de obtener información. Vinieron a nuestra memoria también, el método de nuestra profesora para poder aprender de memoria el recitar de cada verso…. Tanta fue la emoción que Real Macedo se animó a recitar poemas completos de Vallejo, confesando también que tiene muchos escritos de su propia auditoria, creación que guarda con sentimiento, como el poema a Miss Marina.

Nombramos a Sandro, lo bien que se desarrollaba frente al público y su excelente voz y entonación para decir: ¡A COCACHOS APRENDÍ! y nos animamos, y recitamos todos juntos, emocionados, casi, casi gritando y llorando.

Estamos convencidos que no importan los años, importan los momentos vividos y lo obtenido.

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