Mi confesión: 1ra. Parte: En el nivel Jardín de la Infancia, 1972, cuando frisábamos los 5 años, se me declaró una niña muy bonita llamada BLANCA YATACO FERNÁNDEZ, y yo la acepté y nos cogimos de las manos y nos fuimos caminando juntos así, por el patio. No hubo más. Me parecía increíble puesto que todos los niños morían por ella, entre ellos tenía como rivales al conejo Edgar Gutiérrez y a Pepe Bellido Morales. Yo era muy tímido y callado, por eso me sorprendió que ella, a quien conocíamos como BLANQUITA, se inclinara por mí. 18 años después, en 1990, retorné al San Fabián como profesor de Lengua y Literatura y tuve como alumnos de 5to. de secundaria a sus dos últimos hermanos, a la sazón, últimos alumnos de la Miss Marina antes de su muerte, y quienes ya tenían 16 y 17 años, respectivamente. Les comenté la anécdota, le preguntaron, dijo que no se acordaba, pero ya estaba casada. (continuará...)
2da. Parte: En el tercer año de primaria, me gustaba Tinky. Era muy linda, con sus ojos achinaditos y sus gestos muy femeninos me parecía una princesa árabe digna de unos de esos clásicos de Hollywood. En casa mi madre sintonizaba una antigua radionovela de 1975 en donde los románticos protagonistas eran LUCECITA y GUSTAVO. Yo recreaba en mi mente esas dulces escenas pensando que Luz era Lucecita dada la coincidencia de nuestros nombres. Cuando llegaba al aula, la contemplaba, me gustaba cómo acomodaba sus cabellos y cómo los sujetaba con su gancho mientras conversaba, su hermosa y alba dentadura cuando sonreía. Un día, en pleno recreo se me ocurrió retornar al aula, y al ingresar corriendo, colisionamos con Luz, cuando ella a su vez también salía corriendo... no podía creerlo, habíamos chocado boca con boca... nos quedamos mirando por unos segundos, y, avergonzados, proseguimos cada uno con nuestro rumbo. Por un momento pensé que era el destino que nos unía... y en otra oportunidad, la Miss Marina nos sacó a bailar Marinera Norteña. Éramos 6 parejas, sólo recuerdo que me tocó como pareja a Luz quien danzó con un enorme vestido negro vueludo y blusa blanca y yo con pantalón y camisa blanca y un pañolón rojo en mi cintura ... bailar con ella era mi sueño ... ella jamás lo supo ... jamás me miró ... no recuerda nada. (continuará...)
3ª Parte: Corría el año 1977 y cursábamos el cuarto año de primaria. Atrás quedaron los recuerdos de Blanquita y su dulce corazón de niña, Luz y su mirada achinada de princesa árabe, de la hermosa Jannet Calderón y sus pardos ojos de sensual tigresa, entre otras lindas compañeras. Superado ya dicho recuerdo, una nueva niña llega al aula: Era de regular talla, tenía los cabellos largos y castaños, su piel era de tenue bronce y en sus brazos exhibía unas vellosidades rubias; tenía sus mejillas redondas y chaposas y una linda sonrisa. Su nombre: Wendy Ordóñez Muñoz. Desde un punto del aula, la observaba: Era bella, muy tranquila, y se sonrojaba fácilmente. Me gustaba contemplarla cuando corría y saltaba la delgada valla de madera que con los tres sobrevivientes y roñosos dedos de su mano izquierda acomodaba el viejo profesor Ciro, cayendo sobre la colchoneta. Un día se me acercó y me entregó una tarjetita: era una invitación para su onomástico. No fui a su cumpleaños, pero esa tarjeta la guardé mucho tiempo, muchos años. Sólo recuerdo que decía: “Te invito a mi cumpleaños (cumplía 10 añitos)… Mi dirección: Calle Añaquito… Maranga”. Llegó diciembre, terminaron las clases, nunca más la volví a ver.
Realmente fue un reencuentro inolvidable, y al ver los rostros de nuestras lindas ex compañeras y compartir su innata alegría por momentos me pareció que el tiempo no había transcurrido, que se había detenido en 1977 y aún estábamos en el colegio que hasta nos llamamos por los apodos; luego en casa de Gisella continuamos la reunión en donde creo fue mejor la comunicación con los "extranjeros" y finalmente terminamos comentando muchas anécdotas y recuerdos de nuestra más noble y feliz etapa escolar sanfabiana, evocando en todo momento las integrales enseñanzas e inmarcesibles valores espirituales forjados por nuestra abnegada maestra Marina Landa de Valladares en aquellas rudimentarias aulas, la Enciclopedia Bruño, el libro F.T.D., el curso de costura en yute, los percentiles ortográficos y lecturas oralizadas en correcta posición de lectura, las teorías del origen del hombre americano, las competencias deportivas y bailes que nos enseñaba la misma profesora en el patio de cemento ... recordando incluso al vetusto "Waldo" ladrando hasta el cansancio encerrado detrás de esa vieja tranquera de madera...
2da. Parte: En el tercer año de primaria, me gustaba Tinky. Era muy linda, con sus ojos achinaditos y sus gestos muy femeninos me parecía una princesa árabe digna de unos de esos clásicos de Hollywood. En casa mi madre sintonizaba una antigua radionovela de 1975 en donde los románticos protagonistas eran LUCECITA y GUSTAVO. Yo recreaba en mi mente esas dulces escenas pensando que Luz era Lucecita dada la coincidencia de nuestros nombres. Cuando llegaba al aula, la contemplaba, me gustaba cómo acomodaba sus cabellos y cómo los sujetaba con su gancho mientras conversaba, su hermosa y alba dentadura cuando sonreía. Un día, en pleno recreo se me ocurrió retornar al aula, y al ingresar corriendo, colisionamos con Luz, cuando ella a su vez también salía corriendo... no podía creerlo, habíamos chocado boca con boca... nos quedamos mirando por unos segundos, y, avergonzados, proseguimos cada uno con nuestro rumbo. Por un momento pensé que era el destino que nos unía... y en otra oportunidad, la Miss Marina nos sacó a bailar Marinera Norteña. Éramos 6 parejas, sólo recuerdo que me tocó como pareja a Luz quien danzó con un enorme vestido negro vueludo y blusa blanca y yo con pantalón y camisa blanca y un pañolón rojo en mi cintura ... bailar con ella era mi sueño ... ella jamás lo supo ... jamás me miró ... no recuerda nada. (continuará...)
3ª Parte: Corría el año 1977 y cursábamos el cuarto año de primaria. Atrás quedaron los recuerdos de Blanquita y su dulce corazón de niña, Luz y su mirada achinada de princesa árabe, de la hermosa Jannet Calderón y sus pardos ojos de sensual tigresa, entre otras lindas compañeras. Superado ya dicho recuerdo, una nueva niña llega al aula: Era de regular talla, tenía los cabellos largos y castaños, su piel era de tenue bronce y en sus brazos exhibía unas vellosidades rubias; tenía sus mejillas redondas y chaposas y una linda sonrisa. Su nombre: Wendy Ordóñez Muñoz. Desde un punto del aula, la observaba: Era bella, muy tranquila, y se sonrojaba fácilmente. Me gustaba contemplarla cuando corría y saltaba la delgada valla de madera que con los tres sobrevivientes y roñosos dedos de su mano izquierda acomodaba el viejo profesor Ciro, cayendo sobre la colchoneta. Un día se me acercó y me entregó una tarjetita: era una invitación para su onomástico. No fui a su cumpleaños, pero esa tarjeta la guardé mucho tiempo, muchos años. Sólo recuerdo que decía: “Te invito a mi cumpleaños (cumplía 10 añitos)… Mi dirección: Calle Añaquito… Maranga”. Llegó diciembre, terminaron las clases, nunca más la volví a ver.
Realmente fue un reencuentro inolvidable, y al ver los rostros de nuestras lindas ex compañeras y compartir su innata alegría por momentos me pareció que el tiempo no había transcurrido, que se había detenido en 1977 y aún estábamos en el colegio que hasta nos llamamos por los apodos; luego en casa de Gisella continuamos la reunión en donde creo fue mejor la comunicación con los "extranjeros" y finalmente terminamos comentando muchas anécdotas y recuerdos de nuestra más noble y feliz etapa escolar sanfabiana, evocando en todo momento las integrales enseñanzas e inmarcesibles valores espirituales forjados por nuestra abnegada maestra Marina Landa de Valladares en aquellas rudimentarias aulas, la Enciclopedia Bruño, el libro F.T.D., el curso de costura en yute, los percentiles ortográficos y lecturas oralizadas en correcta posición de lectura, las teorías del origen del hombre americano, las competencias deportivas y bailes que nos enseñaba la misma profesora en el patio de cemento ... recordando incluso al vetusto "Waldo" ladrando hasta el cansancio encerrado detrás de esa vieja tranquera de madera...
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