viernes, 31 de enero de 2014

¡A COCACHOS APRENDÍ

... y en la vida reviví!

Declamado por el niño Sandro Guerrero 
(aquí representa a Nicomedes Santa Cruz)

Previo al Homenaje de nuestra querida Maestra, buscamos "revivir" los mejores momentos, las sobresalientes lecciones aprendidas, recitadas, aplaudidas, pero lo ideal era hallar a sus protagonistas, a los mismos actores, a los niños que hace más de 35 años en el patio declamaron. Qué tiempos aquellos, en donde la educación se brindaba con dedicación, con pasión.

Suena a rima, suena a repetición lo que escribo ahora, pero todos teníamos que aprender la lección, como en los concursos, entonar, practicar, alzar la voz y elegir, así fue que un brillante alumno, tan pequeñito él, con mucha seguridad se atrevió a declamar una décima de Nicomedes Santa Cruz cautivando (como hoy) a todos.

¡GRACIAS COMPAÑERO! ¡GRACIAS SANDRO GUERRERO! por tu tiempo, por tu sí al llamado, la distancia no fue impedimento para pararte al frente y recitar de manera impecable, ante un público que hasta hoy te sigue aplaudiendo, ante tu maestra que de seguro desde lo más alto del cielo aplaude orgullosa y quizá llorosa, como yo, al oírte devolver a la vida la esencia del ayer.

Sandro Guerrero, declamando para Miss Marina






Revisando el video...




Seguimos en el Colegio...






Visita al Colegio San Fabián







Visita al Cementerio






Usted nos convocó...

Grato, grato, ha sido el momento que pasamos ayer, lleno de emociones, sentimientos, reencuentros, hasta reconciliaciones. Se cumplió el objetivo, homenajear a nuestra primera Maestra, se cumplió la misión, sin ser el uno, sin el otro quien llegue primero, sólo ella la protagonista, la ganadora: MISS MARINA LANDA CISNEROS DE VALLADARES nos convocó.

Desde el cementerio, la familia, nuestros compañeros, la guitarra, las poesías, el gozo, la compañía. Ella no estaba inerte en ese nicho, ella estaba viva en nuestros corazones con alegría. Cuando Gutiérrez entonó una poesía dos mariposas hermosas se posaron en el papel, todos coincidimos, donde haya vida, estás tú.

Todo empezó así, puntual y elegante Edgar Gutiérrez llegó al Cementerio, también Castillo, Gonzáles Toledo apareció con gafas negras, todos en silencio evocando, y sólo un instante faltó para mirarlo y descubrirlo, tras esos lentes oscuros se escondía y aparecía nuestro compañero de la infancia. Ahí estábamos: Linares, Lévano, Real Macedo, Castillo, Gutiérrez, y yo representando al salón. Miss Alicia, nuestra también profesora, su hija, emocionada, rompió en llanto con la canción AMOR ETERNO, inmediatamente miró al cielo, brilló con sus pasos de danza, ella festejaba el cumple de su madre con su arte. Finalizando la visita con unas palabras muy lindas y sentidas de Miss Alicia Valladares Landa.

Ohhh llegar al San Fabián, la Sub Directora Gladys Castro nos recibió, quién emocionada tocó la campana y apresurados todos al patio, a la formación. Los alumnos seguían ingresando, nuestro MIGUELITO BLANCO DÍAZ, lo imaginamos, apresuradito, con lonchera amarilla (BASA) llegando. Dante Torales Landa, llegó con mamá (hermana de Miss Marina), un poco serio, pero luego esa gran sonrisa apareció, y también invitados, como el hermano de Castillo quien nos contó estudió en el San Fabián y por supuesto su hijito Spyros quien atentó filmó y nos acompañó, pero en ese encuentro, participaron todos, como obra de DIOS, desde el jovencito que trabaja en el colegio, quien presto y atento hacía de fotógrafo también. Todo, todo, un festín, espero no olvidarme de nadie, porque hasta nos acordamos de waldo, ja, ja, seguro que sus ladridos desde arriba eran de alegría. Los baños intactos, y gran impresión no entramos a conocer el de hombres, ja, ja, tan marcado como en el ayer, sin poder acceder desde la niñez, (no podíamos pasar la línea, ja, ja).

Grande fue la emoción cuando Miss María Eugenia, con paso lento bajó, sigue viviendo en el colegio, nos recibió con satisfacción. Miss Marina, gracias, sigue juntando el ayer con el hoy, qué maravilla María Eugenia apareció, ya anciana y lúcida diría yo, me decían que no recordaba algunas cosas, pero estoy convencida que los años no pasaron por gusto, se habrán llevado algunos recuerdos de su memoria, pero el gusto de abrazarnos y sentirse profesora ese día fue una gran alegría, inmediatamente ocupo su puesto, el sonido de las palmas se juntaban con fuerza, ella dijo: ¡A formar! Alineen, a ver metan esa pierna, aquí derechos por favor, alineen (ja, ja), me aproveché del momento y dije, quiero ir al baño: ¡No se puede! Ufffffffff era una orden, a formar, se puso seria, ji,ji. Luego, después de suspirar, dijo: ¡ROMPAN FILAS! Y nosotros YEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHH!!

La campana sonó tantas veces como nuestros latidos, entre bromas, compartir, fotos y recuerdos la emoción crecía y yo seguía mirando a Miss Alicia como sonreía.

Así el tiempo pasó, todos buscando fotos, tratando de recorrer con los ojos cada pisada en el patio, miramos todo, y nos dimos cuenta que el colegio no ha cambiado. Luego, fuimos invitados al salón que gentilmente nos acomodaron, estaba al lado de nuestro salón, hoy es biblioteca, lo que me di cuenta es que las ventanas eran las mismas, por el calor me subí a una silla para abrirlas y grande fue mi impresión, eran las mismas del ayer con macilla negra en los bordes. El colegio y los recuerdos intactos, todo era maravilloso, un descanso, tanto así que Simón Lévano se animó a dormir, ji,ji. Llegó P. Félix Moreno e hizo una paraliturgia que al extenderse se convirtió en la clase de religión, pronunció a Don Bosco, el santo de la juventud, hizo la oración de San Francisco: Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. La oración, la canción, la entonación, emocionado quedó cuando nosotros pedimos cantar, como en catequesis: Y cantan los prados, cantan las flores con armoniosa voz y mientras que cantan prados y flores yo soy feliz pensando en DIOS.

Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás, contigo por el camino, Santa María va…

Y así contaría cada detalle, como filmara cada momento, fue tan pleno, tan lleno de sentimiento, luego la despedida y nos cargamos, ji,ji, hasta Miss Eugenia al compartir, lugar: LAS CANASTAS, en donde Pedro Pablo, se portó bien con la recomendación. Real Macedo agasajó con su prosa y Gutiérrez, nuestro gran Gutiérrez encantó con su atención y los traslados a la familia. Cabe recalcar que su madre estuvo presente, con los recuerdos de Coquito, del inmenso plato de avena, ja, ja, prometiendo también prepararnos a nosotros, una rica sopa, hey, pero con ingredientes importados, que ella los tiene.

Nos despedimos algunos. Celebramos otros con Sandro Guerrero, descorchando la mejor de las botellas (traída por Guerrero Katita), la ocasión era que nuestro gran DECLAMADOR entonaba a COCACHOS APRENDÍ representando a Nicomedes Santa Cruz, con bigote ancho, que acomoda con firmeza, él era nuestro SANDRO, nuestro artista, en medio de la promoción. 

Para finalizar, Real Macedo gentilmente dejó a las niñas Guerrero, Linares y por supuesto la niña Olivari, ji,ji, yo e hicimos uso de nuestros talentos, ja, ja, ja, cantar, ja, ja, con Real Macedo y Guerrero entonamos alto en el auto: UN SAPITO VERDE, VIVÍA EN UN RÍO, entre hojas y flores decía me río: ¡¡¡JA, JA, JA, JA!!!.
Inmediatamente el niño Real no quiso quedarse atrás y dijo: Yo tengo un lindo gatito, que se llama zapirón...

Miss Marina, somos obra suya, este momento se cumplió, la de juntarnos (a los de allá y a los de acá) por su cumpleaños usted nos convocó.

jueves, 30 de enero de 2014

¡FELIZ CUMPLEAÑOS MISS MARINA!



Te elevaste a ese recinto hermoso llamado paraíso, desde donde brillas e iluminas al mundo entero, por eso hoy queremos llegar a lo más alto del cielo y rendirte ese homenaje que con amor preparamos. Somos tus alumnos de toda la vida, nuestro corazón late con emoción cada vez que producíamos tu nombre, con una ORACIÓN y un profundo agradecimiento por tu noble profesión, y es que fuiste una madre, una guía, formadora de nuestros valores, supimos que trabajaste con tantas y tantas generaciones hasta el último día de tu vida.

Nos buscamos, nos reencontramos la promoción César Vallejo de primaria casi, casi todos, la que tú formaste, por eso, prometimos unirnos para recitarte, evocarte, elevando una gran oración a DIOS con gratitud, con poesía, con cantos a viva voz.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS AMADA PROFESORA!

(A las buenas profesoras jamás se les olvida).





jueves, 23 de enero de 2014

Del baúl de los recuerdos...

De izquierda a derecha: ...?
Real Macedo, Robledillo, Torales Landa y Ulloa

Sandro, diestro declamador


Allá por 1975 aproximadamente, llegaron a nuestra aula dos nuevos hermanitos: Sandro y Kathia Edith Guerrero Vilcara.

A diferencia de su hermanita, quien era muy seria y callada, Sandro era un niño locuaz, inquieto, amiguero, juguetón, pero a la vez muy educado y aplicado en sus estudios.

Muy pulcro en su vestir, el pequeño Sandro tenía una prodigiosa memoria, que cuando respondía a las preguntas de Miss Marina en el examen oral que nos tomaba poniéndonos de pie, Sandro tenía una rápida respuesta a cada pregunta formulada, contestando con mucha solvencia y naturalidad, sin dudar ni tartamudear, muy seguro, incluso gesticulaba con sus manos mientras hablaba, característica poco usual en niños de su edad y para aquella época, demostrando que estaba preparado y venía estudiando para el examen. Recuerdo que de pie, respondió inmediatamente la pregunta de Miss Marina:

-    A ver Sandro, dime: ¿cuáles son las clases de hojas, según sus bordes?

Sandro, poniéndose de pie, respondió sin titubear:
-    Las clases de hojas son: lanceoladas, acorazonadas, arriñonadas, aserradas, dentadas, y palmadas, ... -dijo mientras que con su índice derecho señalaba la palma de su mano izquierda que mantenía abierta y levemente inclinada hacia atrás.

Era bromista y asimilaba bromas; no era necesario ponerle un sobrenombre, él mismo se reía de sí mismo, burlándose de su propio apellido cuando nos decía:

-Soy Sandro Guerrero Vilcara, el hombre sin cara, jajajajajaja- se reía.

Recuerdo un día a la hora del recreo, un grupo de niños de nuestra aula estábamos en el patio, sentados al lado del muro del fondo del colegio; y mientras conversábamos, el gordito Yuri Cuevas Maldonado comía una mandarina. De pronto, un trozo de mandarina rodó por el suelo de cemento. Yuri inmediatamente se agachó, lo recogió, y sin limpiarlo se lo introdujo a la boca, comiéndoselo. La reacción del pequeño Sandro, no se dejó esperar:

-Oye, cochino, por eso eres gordo pues, puro microbios nomás!!!
JAJAJAJA reímos todos, mientras el gordo nos miraba muy serio pero sin dejar de masticar.

Cuando Miss Marina nos mandó a memorizar el poema “A COCACHOS APRENDÍ” de Nicomedes Santa Cruz, todos nos esmeramos por aprenderlo. La Miss nos dijo que el mejor iba a ser escogido para salir al frente y declamarlo durante la actuación por el Día del Maestro. Por eso, en mi casa, ensayé mucho; cerraba mi cuaderno para no ver sus letras mientras lo repasaba. Pese a la bulla del llanto de mi hermanito menor, y no obstante los gritos de mi madre que decía “ya, apaga la luz, acuéstate que te vas a quedar dormido”, yo continuaba repasando el poema. En mi mente crecía la esperanza de ser elegido para declamarlo en la actuación por el día el Maestro, ya me veía ovacionado por todos y alzando mis brazos de triunfo frente a todos los niños del colegio que me aplaudían efusivamente de pie, mientras Miss Marina, orgullosa de mí, con sus enormes anteojos oscuros me miraba sonriente y también de pie, me aplaudía.

Llegó el día del examen de declamación. La Maestra nos sacó al frente del aula, uno por uno, en orden. Algunos titubeaban, otros se trababan y necesitaban una ayudita para continuar. Pero cuando salió Sandro, y lo declamó, lo hizo con tal maestría y destreza que nos dejó absortos a todos. Sus amplios movimientos de manos y brazos, los gestos de su rostro y su natural desplazamiento en el escenario, no sólo demostró un gran dominio de escena, sino además dieron vida real al personaje que representaba.

Cuando me tocó salir al frente, sentí que no podía igualar a Sandro. Tenía un poco de vergüenza que me vean gesticulando, sentía que todos me miraban, los nervios comenzaban a apoderarse de mí, veía nublado ... y todo mi esfuerzo y sueño de declamar ese poema el público, poco a poco se desvaneció.

Llegó el día del Maestro. La Miss Marina ultimaba los ensayos en aula, mientras que los demás, esperábamos de pie en el patio a que salieran quienes iban a actuar. De pronto, por el micrófono anunciaron:

-A continuaciooón, tenemos el poema “A COCACHOS APRENDÍ” que será recitado por el alumnoooo Sandrooo Guerrerooo Vilcaraaa, del Cuarto Añooo. Lo recibimos con un fuerte aplausooooo ...

Todo aplaudimos. Yo miraba cómo Sandro salió al frente. El patio estaba repleto de gente, entre alumnos, profesores y padres de familia. De pronto, dio un paso hacia adelante, se puso firme, saludó al público y comenzó:

A COCACHOS APRENDÍ,
MI LABOR DE COLEGIAL,
EN EL COLEGIO FISCAL
DEL BARRIO EN DONDE NACÍ ...

Todo el colegio quedó paralizado. Sandro, con gran maestría a sus escasos 10 añitos, se había apoderado de toda la atención del auditorio, que en profundo silencio mirábamos perplejos semejante declamación. Lo decía con tanta inspiración, con tanta emotividad, con sus palabras firmes, potentes, sus manos crispadas dirigiéndose hacia su propia cabeza, para representar el cocacho, y abiertas para representar la palmeta, o ambas manos acercando a su cabeza para decir “era raro en mi niñez”; su dedo índice señalándonos a nosotros, como los niños que alcanzamos el nombre egregio, entre otros, que por un momento hasta parecía que era realmente él aquel niño del guardapolvo blanco de costalitos de harina, en quien Nicomedes Santa Cruz se habría inspirado.

Aplausos. Efusivos y prolongados aplausos, cuando culminó. Todos, absolutamente todos, aplaudíamos de pie, lo ovacionábamos con mucha fuerza, nos sentíamos orgullosos de nuestro pequeño amigo Sandro, con su declamación le habíamos ganado incluso ¡a los del quinto año de primaria!. Ese era nuestro Sandro, era nuestro, y luego de su leve inclinación de respetuoso agradecimiento, se retiró raudo, mientras nosotros corrimos detrás suyo para darle una palmada en su espalda. La Miss Marina, no se había equivocado al escogerlo. Había elegido al mejor, y creo firmemente, que luego de esa declamación, y luego de haber formado a varias generaciones de alumnos en el curso de Lengua y Literatura, no he visto hasta hoy a otro niño, de esa misma edad, declamar con la maestría y destreza con que Sandro nos impresionó a todos los presentes aquella mañana de 1977.

SJL, miércoles 22 enero del 2014.

Gustavo Alberto Real Macedo.

Anécdotas escritas por Real Macedo

PETRÓLEO

“¿Qué? ¿Qué? No te me achores, ah!” (no te me pegues buscando pelea), “¡No te me malees, ah!” (no me busques pelea), “¡Eres prendido!” (buscas pelea), “¡Arrecochínate!” (arrímate), “¡Ya, salpica, salpica!” (sal de acá), “¡Chuña!”, “¡Chuñalada!” (interjecciones de admiración), “Yara, Yara” o “Guarda, Guarda” (¡Cuidado!), eran algunas replanas que aprendí cuando cursaba el nivel primario en el colegio San Fabián, de Maranga, San Miguel, y que comenzó a difundirse entre todos nuestros compañeros. Pero no fue obra de Miss Marina, sino las frases y palabras que repetía nuestro recordado amigo de la infancia Carlos Enrique Rodríguez Gómez, allá por los años 1976 ó 1977, y que todos copiamos y repetimos por algún tiempo.

La Miss Marina, muy molesta, nos llamaba constantemente la atención por el uso y abuso de los apodos y  las replanas: ¡Ay, este Carlos!, ¡Manuel, no pongan sobrenombres!!! O a veces nos decía: “¡¡¡Esas palabrotas!!!”, cuando por allí se nos deslizaba alguna lisura.

“Carlos Gómez”, como lo llamábamos, era un muchacho alto, delgado, oscuro, de cabellos negros e hirsutos, de camisa blanca suelta, jodido, busca bronca; lo recuerdo “empechando” a algunos compañeros del aula y de años superiores, incluso; no les tenía miedo, ni al enorme Vlady Cuevas Maldonado, hermano mayor de Yuri Cuevas, a quien valientemente lo enfrentaba pese a su superioridad y colosal aspecto, se le “prendía”, lo trabajaba “a la boquilla” y generaba conatos de bronca en el recreo y en los partidos de fútbol, y siempre salía victorioso. Y así como él ponía apodos burlescos, también alguien lo bautizó como “PETRÓLEO”.

Su voz era muy gruesa para su edad, de timbre alto y jergoso, que cuando hablaba se escuchaba en todo el aula y fuera de ella, lo que motivaba que la Miss Marina lo resondre constantemente: ¡Carlos, ese vozarrón!, ¡Tu voz se escucha hasta la plaza!!!

Un día recuerdo que, a la hora del examen todos guardábamos silencio. De pronto un murmullo se escuchaba desde el fondo del aula: era la voz de Carlos Rodríguez, pidiendo que le “soplen” una respuesta, y que por más bajo que pretendía hablar, se oía su ya famosa voz gruesa.

Entonces, Miss Marina, al oír su voz, le recriminó:

-    ¡CAAARLOS, ESE VOZARROOOOÓN, SE ESCUCHA FUERTE, PARECE EL SONIDO DEL AGUA HIRVIENDO!!!
-    JAJAJAJAJA ...

Todos estallamos en risa.

En una oportunidad, recuerdo que me regaló un talonario de facturas que decían “Good Year”. Estaban en blanco, por llenar, y dirigiéndose a mí, me dijo: “Gustavo, ¿quieres una bicicleta? Te voy a dar esto, pones aquí tu nombre y tu dirección y te regalan una”. Y me entregó todo un talonario completo de cien facturas en blanco, sin llenar.

Yo sentí la erizante emoción de alegría de un niño por la enorme bondad de nuestro amigo. Me quedé pensativo, al menos Carlos no era tan malo y agresivo como parecía, tenía su lado bueno y era protector de los niños más pequeños y débiles.

Llegué a mi casa, y lo llené con mi nombre y dirección. Y me di cuenta que habían cien facturas. Mi emoción era inmensa al saber que podría reclamar ... hasta 100 bicicletas!!!

Sin embargo, cuando le conté a mi madre lo ocurrido y le pregunté adónde podría ir para recoger mis bicicletas, fue un desaire: Eran simples papeles, sin valor alguno, referidas a venta de llantas para autos, y si quería una bicicleta, tenía que comprarme una, o pedir a Papá Noel que me traiga una, previamente portarme bien, traer buenas notas y esperar hasta el mes de ... diciembre!!!

No era burla, pues Carlos también era un niño como yo, quien en su inocencia hizo una obra de bien, para hacer feliz a otro niño. Guardé dichas facturas por mucho tiempo, no comprendía para qué servían, era la primera vez en mi vida que había leído esa palabra; años después, cuando cursaba educación secundaria, lo encontré entre mis cosas viejas, se lo regalé a mi hermana mayor como “block”, acabando destrozado por mi travieso hermanito menor.

Carlos se fue -al parecer- al “Bartolo” (Colegio Bartolomé Herrera de San Miguel) como anunciaba, jamás lo volví a ver. Pero hoy, 37 años después, acabo de contactarlo, trabaja y es jefe de familia, y estará con nosotros en el homenaje a Miss Marina, quien desde el cielo lo mirará con ojos amorosos como a uno de sus pequeños hijos, y quizás desde allí lo vuelva a resondrar:

-    ¡¡¡CARLOOOS, ESE VOZARROOOOÓN!!!


Gustavo Real Macedo.

Seguimos sus huellas Miss Marina...


Somos niños otra vez!!

Cada encuentro es un nuevo regreso al colegio, al salón, jiji. 
¡SOMOS NIÑOS OTRA VEZ!

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